En este mundo nos hemos convertido en los perfectos hipócritas y, aunque como he explicado en un artículo anterior, creo que la perfección no existe, pienso que al menos en este tema en particular estaremos muy cerca de lograrla.
Antes que nada y para poner todo en contexto, cuando me refiero en este artículo a perfectos hipócritas no es exactamente a esos individuos que muestran a los demás una imagen falsa de sí mismos, personas con problemas psicológicos y con actitudes adversas a lo demás, cínicos, oportunistas y antisociales. No… no son ellos, somos todos nosotros que de alguna u otra forma nos vemos en la necesidad de actuar, de fingir ciertas actitudes o comportamientos. Utilizando esto como una herramienta, como una de las estrategias creadas por el ser humano para sobrevivir y evitar el desprecio o rechazo de los demás.
Pero antes de continuar definamos el término. La real academia de la lengua define hipocresía como: la acción de fingir cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
La palabra hipocresía proviene del griego hypokrisis (ὑπόκρισις) que en si misma se compone principalmente de dos vocablos. Hypo que significa a debajo y krínnō, que tiene una raíz literaria que al ser utilizado como un verbo transitivo su significado se podría traducir como separar, distinguir.
Por ende, la palabra hypokrisis se puede entender como la persona “que distingue lo que hay debajo” o mejor dicho creo, lo que se encuentra oculto. Cabe mencionar que originalmente hypokrisis era utilizado para nombrar por ejemplo la respuesta de un oráculo, más adelante pasó a ser un vocablo para nombrar a los actores de la antigua Grecia que también se solían llamar histriónicos.
Hoy en día los significados no han cambiado mucho, sin embargo, se llaman hipócritas a las personas que actúan falsamente y ocultan sus sentimientos e histriónicos a las personas que actúan de manera teatral o exagerada.
Socialmente hablando hipocresía se ve como algo no deseable, algo molesto y de mal gusto ya que es asociado con la falsedad, la mentira, una persona que actúa de forma incoherente que profesa una conducta aceptable pero sus acciones son completamente contrarias a estas.
Todos nosotros, en mayor o menor medida utilizamos una máscara, o en ocasiones, varias, dependiendo de cada situación. Somos grandes actores, tan buenos o mejor incluso que los actores de cine o teatro. Somos culpables de fingir conductas, actitudes y en ocasiones hasta sentimientos. Utilizamos todos los recursos que estén disponibles, todos los métodos a nuestro alcance para fingir, para mostrar a los demás lo que creemos que desean escuchar.
Razones
Fingimos, aunque esto implique llevarnos de encuentro nuestros más profundos sentimientos. Pero ¿Por qué? ¿Porque consideramos tal vez que lo que dicen los demás es lo correcto?, aunque sean contrario a nuestra moral o nuestras creencias. Mostramos sólo lo que queremos que los demás vean ¿será porque nos da vergüenza nuestro ser? Por “adiestramiento” sociedad. ¿Por miedo a mostrar nuestros sentimientos? ¿por miedo a mostrar debilidad? ¿O todo ello al mismo tiempo?
Nuestras reacciones, acciones o actitudes que presentamos al mundo están directamente relacionadas a la imagen que queremos proyectar, a la forma que queremos que los demás perciban en nosotros. Son respuesta directa a la información que obtenemos de los demás. Así mismo, dependen de la forma como percibimos esa información. Con todo ello, nos formamos una opinión de nosotros mismos y actuamos basados en ella.
Estos comportamientos son muy marcados especialmente en esta época que nos ha tocado vivir. Hoy en día, en todo momento y en todo lugar debemos mostrar una imagen positiva a los demás, que somos felices y alegres, aunque en nuestro interior exista un inmenso y oscuro vacío, que no importa con que tratemos de llenarlo siempre parecerá no tener fondo. Somos víctimas de las consecuencias de la sociedad.
Vivimos en un mundo de apariencias, bombardeados de prototipos creados con los cuales debemos compararnos, elementos que nos dictan la forma de pertenecer, de formar parte del grupo, de encajar para no convertirnos “el patito feo” de la historia.
Somos seres irracionales y contradictorios y cuando metemos en la ecuación las emociones todo se complica aún más.
Un ejemplo de cómo pueden surgir estos comportamientos en nuestra vida puede ser algo como: Imaginemos… Siendo padres exigimos a los niños a que digan la verdad, les enseñamos que la verdad es una característica buena y socialmente aceptada, pero en ocasiones se le dice le cuente la verdad solamente cuando lleguen a la casa para no ofender a la otra persona o para no hacer un espectáculo. En otras palabras, debe mentir, debe fingir, debe actuar.
Todos los días podemos ver en todas las redes sociales lo felices que son nuestros amigos o conocidos y es por eso que nosotros también tratamos de mostrar una imagen alegre, aunque no sea así. No importa cuales sean las justificaciones que nos digamos a nosotros mismos, ya sea por cobardía, o por conveniencia, o para evitar conflictos o simplemente para evitar el dolor. Lo que sí es cierto es que este tipo de actitudes puede acarrear consecuencias severas para con nosotros.
Consecuencias
Nuestras actitudes hipócritas llevadas al extremo pueden ser muy dañinas. El conflicto perenne entre lo que uno quiere hacer y lo que uno debe hacer es uno de los factores que más afecta al ser humano hoy en día. Las contradicciones entre nuestro yo interior y nuestra máscara social crean una disonancia en nosotros que es casi imposible de superar.
Estos conflictos internos afectan directamente nuestra autoestima y en respuesta tratamos de modificar nuestros comportamientos y crear una nueva imagen de nosotros mismos que termina convirtiéndose en un círculo vicioso destructivo. Estos comportamientos que ya sea que sucedan consciente inconscientemente llegan a generar ansiedad, depresión, fobias y hasta aislamiento social.
Cuando descubrimos las actitudes hipócritas de una persona tendemos a sentirnos indignados, el hecho de darnos cuenta que ha fingido nos hace pensar en las tantas ocasiones que pudo haberlo hecho y hasta cierto punto nos podemos sentir traicionados por la falta de empatía, mentiras y falsedades. Estas acciones fácilmente pueden ser el motivo de la pérdida de confianza y el rompimiento de las relaciones.
Cómo podemos evitarlo
Para serles sincero, creo que es imposible evitarlo, completamente al menos, ya que dependerá de cada situación. Pero, si queremos dejar de ser hipócritas o al menos disminuir estas acciones primero debemos admitir que tenemos estas actitudes. Debemos evaluar nuestros patrones de conducta y comenzar a ser honestos con nosotros mismos, comenzar a descubrirnos a nosotros mismos.
Ahora, cabe mencionar que la información que recibimos de los demás no es siempre la correcta, nunca nadie es cien por ciento honesto, y es que no puede serlo. Una persona completamente honesta tampoco es bien recibida en la sociedad ya que la verdad dicha directamente puede ser demasiado dura de aceptar para los demás. Lo que vemos en los demás se puede comparar solamente a la punta de un iceberg que sobresale en el agua, no sabemos las razones que se encuentran en los más profundo.
En mi caso, debo confesar que soy culpable de este mal, una de las razones más importantes de esto es porque durante toda mi vida siempre he querido quedar bien con todo el mundo. En todas las familias hay todo tipo de personas, con personalidades, necesidades y formas de pensar diferentes. Algunos de carácter fuerte, padres, hermanos mayores que por el hecho de que ellos son mayores saben que es lo que uno necesita o mejor dicho como es la forma correcta de comportarse. En otras palabras algo que nos hace únicos.
Este quizá ha sido uno de los factores que me convirtió en una persona tímida que con tal de evitar conflictos siempre me he quedado callado, nunca he exteriorizado mi opinión porque sé que es contraria a la opinión de los demás.
Sin embargo, el hecho de haberme dado cuenta que no necesariamente los demás tengan la razón ha sido parte de lo que me ha ayudado a superar estos comportamientos. El hecho de entenderme un poco a mí mismo, de apreciar mis sentimientos porque son mi ser, mi verdadero ser y no el que quieren los demás que sea.
Hace algún tiempo escribí un artículo en este blog que se llama “en este mundo es difícil ser tú mismo” en el cuento una anécdota que representa exactamente lo que estoy tratando de comunicarles. Trata de cómo durante mi vida de estudiante fui víctima de estos comportamientos.
Conclusiones
Es un hecho del que el ser humano es un ser social es irrefutable, una persona no puede existir aislada, se debe relacionar con los demás y es por eso que ha desarrollado estrategias de este tipo para poder sobrevivir.
Cabe mencionar que el hecho de que una persona actúe de forma diferente en ocasiones, no necesariamente la hace una hipócrita. Todos nosotros podemos tener cambios de conducta en diferentes situaciones dependiendo del contexto. Los comportamientos y actitudes pueden modificarse por un sinnúmero de factores que puedan influenciar un evento determinado.
Es necesario darnos cuenta que a veces incluso desconocemos lo que realmente sentimos, nos dejamos engañar por nosotros mismos. Solo una persona en paz consigo misma, una persona verdadera y fiable es la que genera confianza ante los demás y ayuda a mejorar las relaciones. Una persona con estas características fácilmente puede ser amable con los demás, incluso cuando éstas no sean de su agrado sin llegar a ser hipócritas.
Es cierto que somos hipócritas, pero esto es parte inherente de la raza humana, considero que es parte de lo que hace al ser humano ser humano. El tener cierto nivel de hipocresía puede llegar incluso a ser saludable ya que nos puede evitar muchos problemas. Sin embargo, si al hacerlo comienza a afectar directamente nuestro yo, nuestro ser interior, a convertirnos en alguien en quien no somos, debemos parar y evaluar estas actitudes.
Somos quienes somos y debemos aceptarnos por lo que somos y cómo somos y no como los demás quieran que seamos. Y ojalá así sea.
Es por eso que considero que la búsqueda más importante de nuestra vida termina cuando nos encontramos a nosotros mismos.
Gracias
Mr. Akashico